Trump y Sheinbaum expresan posturas políticas, pero su credibilidad varía.
Desde que Andrés Manuel López Obrador (AMLO) prometió durante su campaña electoral frenar la construcción del aeropuerto de Texcoco, una parte significativa de la opinión pública mexicana ha mantenido una postura escéptica. Muchos se han aferrado a la idea de que, al llegar al poder, los políticos suelen moderar sus posturas y no cumplir con todo lo que prometen. Sin embargo, la realidad ha demostrado lo contrario, y esta percepción se ha vuelto aún más evidente con la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia.
Durante su campaña, analistas y comentaristas políticos sugirieron que Sheinbaum, una vez en el poder, podría distanciarse de algunas de las decisiones más controvertidas de su predecesor. Se creía que, para ganar las elecciones, necesitaba alinearse con la retórica de AMLO, pero que, al asumir la Banda Presidencial, podría adoptar un enfoque más moderado. Sin embargo, lo que hemos presenciado es un reforzamiento de las políticas y posturas que caracterizaron la administración anterior.
Este fenómeno no se limita a la percepción pública. A lo largo de este año, tanto AMLO como Sheinbaum han minimizado las amenazas del presidente estadounidense, Donald Trump, considerándolas meras estridencias de campaña. Sin embargo, la realidad es que Trump ha mantenido un arsenal de amenazas contra México, que incluyen deportaciones masivas, el cierre de la frontera y la imposición de aranceles. La retórica agresiva de Trump ha sido un factor clave en su regreso a la Casa Blanca, y su equipo actual está compuesto por figuras más radicales que podrían estar dispuestas a llevar a cabo esas amenazas.
La relación personal entre los líderes de ambos países también juega un papel crucial. La química entre mandatarios puede influir significativamente en las relaciones bilaterales. Sheinbaum, al ser mujer y presentar una imagen progresista, podría no ser del agrado de Trump, quien ha demostrado tener una preferencia por líderes que se alineen con su estilo y visión. La conexión que Trump tuvo con AMLO, a quien se refería como “Juan Trump”, no se replicará con Sheinbaum, quien no comparte la misma afinidad ideológica.
Además, la figura de Marcelo Ebrard, actual secretario de Economía y uno de los principales negociadores del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), añade otra capa de complejidad a esta dinámica. Ebrard ha mostrado una disposición a colaborar con la nueva administración, pero su relación con Trump ha sido tensa, dado que el presidente estadounidense lo ha ridiculizado en varias ocasiones. Esto genera incertidumbre sobre cómo se desarrollarán las negociaciones en el futuro.
La creencia de que los líderes autocráticos no cumplen sus promesas es un mito que se está desmoronando. La historia reciente nos muestra que muchos de ellos están dispuestos a llevar a cabo sus planes, independientemente de las consecuencias. La administración de Sheinbaum, al igual que la de AMLO, ha demostrado que las promesas de cambio y continuidad en el poder pueden ser más que simples palabras vacías.
En este contexto, es fundamental que la opinión pública y los analistas reconozcan que los políticos pueden cumplir con sus promesas, incluso aquellas que parecen más radicales. La administración de Sheinbaum se enfrenta a desafíos significativos, tanto a nivel nacional como internacional, y su capacidad para manejar la relación con Estados Unidos será crucial en los próximos años.
El futuro de México en el escenario internacional dependerá de cómo se desarrollen estas dinámicas. La percepción de que los líderes políticos pueden cambiar su comportamiento al llegar al poder es un error que podría tener consecuencias graves. La historia reciente nos enseña que, a menudo, las promesas se cumplen, y es vital que la sociedad esté alerta ante las decisiones que se tomen en los próximos meses.
En conclusión, la llegada de Claudia Sheinbaum a la presidencia de México marca un nuevo capítulo en la política del país. La continuidad de las políticas de AMLO y la relación con Trump son temas que merecen atención y análisis. La creencia de que los políticos no cumplen sus promesas debe ser reevaluada, y es fundamental que la ciudadanía esté informada y preparada para enfrentar los desafíos que se avecinan. La historia nos ha mostrado que, en ocasiones, los líderes cumplen con lo que prometen, y es hora de que la opinión pública reconozca esta realidad.
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