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Transporte público en Saltillo enfrenta grandes desafíos operativos y sociales.

Transporte público en Saltillo enfrenta grandes desafíos operativos y sociales.

**El Transporte Público en México: Un Desafío Histórico para las Administraciones Municipales**

Uno de los desafíos más complejos que enfrenta cualquier administración municipal en México es el del transporte público. Este problema, que ha sido largamente desatendido, requiere un enfoque que trascienda la simple gestión administrativa y que se centre en las necesidades reales de los usuarios. La historia del transporte público en el país está marcada por un modelo que ha priorizado los intereses políticos sobre el bienestar de la ciudadanía.

El origen de esta problemática se remonta a la política corporativista que ha caracterizado a la sociedad mexicana desde la creación del Partido Revolucionario Institucional (PRI), inicialmente conocido como Partido Nacional Revolucionario (PNR). Esta política fue instaurada por Plutarco Elías Calles y perfeccionada por Lázaro Cárdenas, quienes organizaron a la sociedad en sectores que representaban a diferentes grupos sociales. Cada sector contaba con un mecanismo de agrupación y un ideario que les permitía defender sus derechos, a cambio de lealtad y disciplina políticas.

El sector urbano, que incluye mayoritariamente a las clases populares y a una incipiente clase media, fue organizado en gremios bajo la Confederación Nacional de Organizaciones Populares (CNOP), el sector popular del partido. Este modelo se sustentó en un intercambio de favores: el gobierno otorgaba concesiones de servicios, incluyendo el transporte público, a cambio de lealtad política. Así, el PRI mantenía el poder y los concesionarios aseguraban ingresos significativos, mientras que la calidad del servicio ofrecido a los usuarios se mantenía en un nivel mínimo.

Este esquema ha sido el pecado de origen de los sistemas de transporte público en todo el país. Desde su concepción, las personas usuarias y sus derechos han sido ignorados. El modelo fue diseñado para sostener a la élite política en el poder, lo que ha resultado en un servicio que es, por naturaleza, malo y caro. Sin embargo, la llegada de la democracia y la alternancia en el poder público ha puesto de manifiesto las deficiencias de este sistema, que ahora colapsa bajo el peso de sus propios errores.

En Saltillo, la situación no ha sido diferente. A excepción de Jericó Abramo Masso, ninguno de los alcaldes anteriores ha abordado el problema del transporte público de manera efectiva. Todos han optado por “patear el balón”, dejando a la siguiente administración una bomba de tiempo que ha ido acumulando problemas. La administración actual, encabezada por Chema Fraustro, ha decidido enfrentar este desafío de raíz, aunque los resultados aún no son visibles en la calidad del servicio.

Uno de los logros más significativos de esta administración ha sido la decisión de sepultar el esquema de concesiones individuales que había sido utilizado durante años como un mecanismo de pago de favores políticos. Un equipo de profesionales de la administración municipal ha trabajado arduamente para convencer a los concesionarios locales de que el modelo anterior ya no es sostenible. Aunque muchos han mostrado resistencia al cambio, la realidad ha comenzado a imponerse y, al final, eso es lo que cuenta.

La tarea de transformar el sistema de transporte público en Saltillo no está finalizada y no se completará antes de que termine el año. Sin embargo, los avances logrados hasta ahora son fundamentales para vislumbrar un futuro en el que el transporte público sea digno y accesible para todos los ciudadanos. La administración de Chema Fraustro ha dado un paso importante al reconocer que el bienestar de los usuarios debe ser la prioridad en la gestión del transporte público.

Es crucial que las futuras administraciones continúen este camino y no caigan en la tentación de regresar a los viejos esquemas que han perpetuado la ineficiencia y la corrupción. La ciudadanía merece un sistema de transporte que responda a sus necesidades y que garantice sus derechos como usuarios. La transformación del transporte público en México es un desafío que requiere compromiso, visión y, sobre todo, un enfoque centrado en las personas.

A medida que avanzamos en este proceso, es fundamental mantener el diálogo abierto entre las autoridades y los ciudadanos. La participación activa de la comunidad es esencial para asegurar que las decisiones tomadas reflejen las verdaderas necesidades de los usuarios. Solo así podremos construir un sistema de transporte público que no solo sea eficiente, sino también justo y accesible para todos.

En conclusión, el transporte público en México es un tema que ha sido históricamente descuidado y que requiere una atención urgente. La administración de Chema Fraustro en Saltillo ha comenzado a dar pasos significativos hacia la transformación de este sistema, pero el camino por recorrer es aún largo. La clave estará en mantener el enfoque en los usuarios y en trabajar de manera conjunta para construir un futuro en el que el transporte público sea un derecho garantizado para todos. Seguiremos atentos a los avances en este tema crucial para la vida urbana en nuestro país.

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