×

Lecciones aprendidas de la experiencia de los vecinos superiores.

Lecciones aprendidas de la experiencia de los vecinos superiores.

**Trump Regresa a la Casa Blanca: Un Triunfo Contundente y Controversial**

Donald Trump ha vuelto a la Casa Blanca, y lo ha hecho de manera contundente. Su victoria electoral es innegable, independientemente de la opinión de aquellos que no comparten su estilo estridente y arrogante. Para muchos, su triunfo es el resultado de una candidatura improvisada, un fenómeno que también se ha visto en otros contextos, como en las recientes elecciones en México. No se trata de que las candidatas carezcan de méritos, sino que las victorias electorales se construyen con tiempo y estrategia. Las precipitaciones suelen llevar al fracaso, y Trump lo sabe bien.

Desde que fue derrotado por Joe Biden, Trump no ha dejado de vociferar. Su campaña para los recientes comicios ha sido constante y agresiva. Es un político experimentado, un “lagarto” en el juego electoral. Su discurso, aunque odioso para muchos, ha resonado con una parte significativa de la población estadounidense. Trump ha utilizado un léxico florido de bravatas y ataques, cumpliendo con su lema de “voy de frente y no me quito”.

La figura de Biden ha jugado un papel crucial en este escenario. El presidente saliente ha sido percibido como débil y titubeante, lo que ha beneficiado a Trump. A lo largo de su campaña, Trump ha lanzado ataques contra diversos grupos, desde mujeres hasta minorías raciales y sexuales, desatando un torrente de odio que ha movilizado a sus seguidores. A pesar de su historial penal, que incluye 81 cargos por prácticas consideradas antidemocráticas, Trump ha logrado captar el apoyo de un electorado que parece ignorar estas acusaciones.

Los números hablan por sí mismos: Trump no solo ha ganado la presidencia, sino que también ha llevado a los republicanos a la victoria en el Senado y la Cámara de Representantes. Este resultado pone de manifiesto que la democracia no es un patrimonio exclusivo de la izquierda, y que existen sectores de la clase media y baja que se sienten atraídos por el mensaje de Trump. En un contexto donde la fascinación por las redes sociales y la inteligencia artificial ha crecido, hay un resurgimiento del tradicionalismo que se niega a desaparecer.

El pragmatismo ha triunfado sobre los “liderazgos prefabricados”. Los votantes han decidido, en su mayoría, respaldar a un candidato que representa una ruptura con las normas establecidas. Esta elección ha sido un claro recordatorio de que en democracia, cada quien vota por quien le parece adecuado, sin importar las presiones externas. La paradoja es evidente: un individuo con un historial penal tan cuestionable ha logrado el apoyo de millones.

Los cargos que enfrenta Trump son alarmantes: corrupción, mentiras, demagogia y manipulación. Estos elementos, si no se controlan, pueden llevar a la autodestrucción de la democracia. Aunque el respaldo del voto mayoritario le otorga legitimidad, la transformación de un sistema democrático en uno autoritario es un riesgo real. La historia nos ha mostrado ejemplos de cómo democracias aparentemente sólidas pueden caer en manos de líderes populistas.

Anne Applebaum, en su libro “El ocaso de la democracia”, señala que el declive de la democracia no es inevitable, pero su supervivencia depende de las decisiones que tomemos. La advertencia del historiador francés Marc Fumaroli resuena con fuerza: aquellas democracias que destruyen su cultura nacional a través de poderes legítimos alimentan la demagogia y la prepotencia. Esta reflexión es crucial en un momento en que muchas democracias parecen aceptar su propia decadencia.

La situación actual plantea serias preguntas sobre el futuro. ¿Qué derecho tiene una generación a comprometer el presente y el futuro de millones? La falta de participación ciudadana y la desconexión de los ciudadanos con el proceso democrático son preocupantes. La democracia no se limita a votar; implica una conciencia activa sobre la importancia de cada elección y la responsabilidad que conlleva.

Los estadounidenses han decidido traer de regreso a Trump, quien ha prometido sanar a su país. La proximidad geográfica entre México y Estados Unidos añade una capa de complejidad a esta situación. Mientras Trump puede taparse la nariz ante su vecino, la realidad es que ambos países están interconectados. El futuro es incierto, y el panorama político se presenta como un desafío tanto para Estados Unidos como para México.

En conclusión, la victoria de Trump es un fenómeno que no puede ser ignorado. Su estilo provocador y su capacidad para movilizar a las masas han demostrado que, en la democracia, el ruido puede ser tan poderoso como las ideas. La pregunta que queda es: ¿qué rumbo tomará Estados Unidos bajo su liderazgo? La respuesta a esta interrogante tendrá repercusiones no solo en el país del norte, sino en toda la región. La democracia, en su esencia, es un reflejo de la voluntad del pueblo, y en este caso, el pueblo ha hablado.

Publicar comentario