Cumple 35 años la caída del Muro de Berlín.
**La Caída del Muro de Berlín: Un Testimonio desde México**
En noviembre de 1989, un grupo de cuatro economistas mexicanos fue invitado por la Fundación Konrad Adenauer (KAS) a visitar varias ciudades de la entonces República Federal de Alemania. El objetivo de esta visita era conocer el funcionamiento de la economía social de mercado. Entre los invitados se encontraban Sergio Ghigliazza García, subdirector del Banco de México; Ricardo Carrillo Arronte, director de un centro de estudios del PRI; Adalberto García Rocha, director del Centro de Estudios Económicos de El Colegio de México, y un servidor, quien en ese momento era diputado federal de Acción Nacional.
La KAS elaboró un extenso programa de entrevistas con líderes empresariales, parlamentarios, académicos y periodistas especializados en economía. Sin embargo, lo que ninguno de nosotros podía prever era que seríamos testigos de un acontecimiento que cambiaría el rumbo de la historia mundial: la caída del Muro de Berlín.
El 9 de noviembre de 1989, mientras nos preparábamos para nuestra visita a Berlín, se produjo un evento inesperado. Aquella noche, el gobierno de Berlín Oriental anunció que se permitiría el paso libre de personas hacia Berlín Occidental, algo que no ocurría desde la construcción del muro en 1961. Este anuncio marcó el inicio de un cambio monumental en Europa y en el mundo.
Al llegar a Berlín, la ciudad estaba en un estado de caos y euforia. La entrevista programada con funcionarios de la Oficina Anticártel se retrasó debido a los acontecimientos que se desarrollaban en la ciudad. En una reunión con periodistas, supimos que más de 200,000 personas habían cruzado el muro en las primeras horas de su apertura. Las imágenes de la gente celebrando y llorando de felicidad eran indescriptibles.
Recuerdo vívidamente la noche del 10 de noviembre, cuando caminé por la famosa avenida Kurfürstendamm, un lugar que se asemeja a nuestro Paseo de la Reforma. La atmósfera era electrizante. Cientos de miles de alemanes celebraban la caída del muro. Algunos cantaban, otros bailaban al ritmo de música estridente, y muchos lloraban de alegría. La cerveza fluía y el júbilo era palpable.
Frente a la iglesia Conmemorativa, grupos de personas se arrodillaban en oración, con cirios encendidos en las manos. Era un momento de esperanza y renovación, donde muchos creían que la caída del Muro de Berlín marcaría el fin de las dictaduras y el totalitarismo en el mundo. Sin embargo, con el paso del tiempo, nos hemos dado cuenta de que esa visión idealista no se cumplió del todo.
Ayer, 9 de noviembre, se cumplieron 35 años de la caída de aquel muro de barbarie. Aunque celebramos este hito histórico, también reflexionamos sobre los muros invisibles que aún persisten en nuestras sociedades. La lucha por la libertad y la democracia continúa, y nos preguntamos: ¿cuándo caerá el próximo muro?
La experiencia vivida en Alemania en 1989 nos dejó una lección invaluable sobre la resiliencia del espíritu humano y la importancia de la lucha por la libertad. A pesar de los desafíos que enfrentamos, es fundamental recordar que los muros pueden ser derribados, ya sea físicos o simbólicos. La historia nos enseña que la esperanza y la determinación pueden cambiar el curso de la humanidad.
Hoy, al mirar hacia atrás en esos momentos históricos, es crucial seguir trabajando por un mundo donde la libertad, la justicia y la dignidad sean derechos universales. La memoria de la caída del Muro de Berlín debe inspirarnos a seguir luchando contra cualquier forma de opresión y a construir puentes en lugar de muros.
La caída del Muro de Berlín fue un símbolo de la victoria sobre la opresión y la división. Nos recordó que, aunque el camino hacia la libertad puede ser largo y difícil, siempre hay esperanza. En un mundo que a menudo parece dividido, es nuestra responsabilidad trabajar juntos para derribar los muros que aún nos separan.
Es fundamental que las nuevas generaciones comprendan la importancia de estos eventos históricos. La historia no solo se trata de recordar el pasado, sino de aprender de él para construir un futuro mejor. La caída del Muro de Berlín debe ser un recordatorio constante de que la lucha por la libertad y la justicia es un esfuerzo colectivo que requiere la participación de todos.
En conclusión, la visita a Alemania en 1989 fue un viaje que trascendió lo académico y se convirtió en una experiencia transformadora. Ser testigos de la caída del Muro de Berlín nos enseñó que los cambios significativos son posibles y que la esperanza siempre debe prevalecer. Hoy, más que nunca, debemos recordar ese espíritu de lucha y seguir trabajando por un mundo donde la libertad y la dignidad sean una realidad para todos.
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